La celebración del Día del Árbol en Ecuador nos invita a reflexionar sobre la relevancia de proteger nuestros ecosistemas y áreas verdes ante las diversas amenazas que enfrentan en la actualidad, como la deforestación y la expansión descontrolada de las zonas urbanas.
Desde hace décadas, el 22 de mayo se dedica en el país para reconocer la importancia de los árboles, en especial de la cascarilla o quinina, símbolo de la lucha contra enfermedades como la malaria. Es esencial garantizar la conservación de los bosques y parques que albergan a estas especies arbóreas, en un contexto global de alarmante pérdida de vegetación debido a la actividad humana y otros factores.
La siembra de nuevos árboles emerge como una estrategia clave para contrarrestar los impactos negativos en el medio ambiente, al proveer servicios vitales como la captura de carbono y la estabilización del clima, según las autoridades sanitarias internacionales.
Ecuador se destaca por su vasta riqueza biológica, albergando una gran variedad de especies vegetales, animales y aves a nivel global. Sin embargo, la tala indiscriminada y el avance de las zonas urbanas representan una amenaza latente para esta valiosa herencia natural.
Ecuador cuenta con extensas áreas boscosas que abarcan más de 12,5 millones de hectáreas, representando la mitad de su territorio, muchas de las cuales gozan de algún estatus de protección. Estas medidas resultan fundamentales para hacer frente al cambio climático, respaldar a las comunidades locales y favorecer la sostenibilidad en sectores clave que dependen de estos ecosistemas.