La propagación de la enfermedad puede tener lugar a través del contacto directo con una persona afectada, incluyendo lesiones en la piel, la boca o genitales.
Según fuentes de salud reconocidas, la infección puede extenderse de diversas maneras, como el contacto físico directo, el contacto piel con piel (incluyendo situaciones íntimas), boca a boca, entre otros.
Se destaca que la enfermedad puede ingresar al cuerpo a través de la piel lesionada, mucosas y vías respiratorias, sin embargo, no se transmite por el aire. Es importante tener en cuenta que las personas con múltiples contactos cercanos enfrentan un mayor riesgo de propagación.
La enfermedad puede transmitirse a través de diversos tipos de contacto directo, como besos, abrazos y relaciones íntimas con una persona afectada. Se recomienda abstenerse de estos contactos si se presentan erupciones cutáneas o lesiones inusuales.
Para prevenir la propagación, se aconseja informar a los contactos cercanos, utilizar protección, evitar las interacciones en grupo y estar atento a posibles señales de la enfermedad.
Es importante mencionar que aunque las medidas de protección no garantizan una prevención total, pueden reducir el riesgo de contagio. Se aconseja su uso durante un periodo específico después de la recuperación de la enfermedad.
Además del contacto directo entre personas, la infección puede transmitirse de animales a seres humanos por diversas vías, como mordeduras o arañazos, así como por la manipulación de ciertos elementos.
Entre los síntomas frecuentes de la enfermedad se incluyen erupciones cutáneas, fiebre, molestias en la garganta, y otros malestares que pueden prolongarse durante un periodo determinado.
Se describe que las erupciones comienzan como manchas que evolucionan en vesículas con líquido, para posteriormente secarse y formar costras que finalmente desaparecen.