Un caso destacable en la zona norte de la ciudad fue el de Kiara, una mascota gravemente herida que fue llevada a recibir atención veterinaria por sus cuidadores tras sufrir graves lesiones. A pesar de someterse a una intervención quirúrgica extensa, sus órganos no respondieron favorablemente, razón por la cual se optó por un procedimiento de gestión digna para evitar un mayor padecimiento.
En el área metropolitana de Medellín, la práctica de gestión digna es la única opción permitida para poner fin al sufrimiento de un animal en situaciones como enfermedades terminales, graves afectaciones a su salud física o mental, diagnósticos de peligrosidad, enfermedades severas y otras circunstancias que comprometan su bienestar y el entorno en el cual se desenvuelve.
Es imperativo que el procedimiento de gestión digna sea rápido y sin dolor para garantizar el respeto y el cuidado del animal.
Únicamente médicos veterinarios con la capacitación y certificación requeridas están autorizados para realizar la práctica de gestión digna, siguiendo las normativas establecidas por las autoridades competentes.
En la ciudad, está terminantemente prohibido el uso de la gestión digna como mecanismo para controlar la población animal o en entornos de cría sin la debida autorización de las instancias pertinentes. Aquellos que infrinjan estas disposiciones estarán sujetos a multas considerables e incluso consecuencias legales, según lo establecido por la Unidad de Bienestar Animal y el Comité de Ética o Bioética.