Eventos naturales como los recientes incendios forestales en la ciudad ponen de manifiesto la necesidad de contar con estrategias efectivas de prevención y respuesta en el país.
Terremotos, erupciones volcánicas, deslizamientos de tierra, inundaciones y otros fenómenos representan riesgos significativos para diversas regiones ecuatorianas.
Es esencial contar con planes de contingencia actualizados que permitan una respuesta oportuna en situaciones críticas. Expertos hacen hincapié en la evaluación de riesgos, amenazas y el impacto del cambio climático para fortalecer estos planes.
La importancia de la inversión en medidas preventivas como medio para reducir costos asociados a la respuesta a emergencias ha sido resaltada por organismos internacionales como la ONU.
Una correcta planificación del uso del suelo, como se evidenció en experiencias previas, es fundamental para prevenir tragedias como los deslaves ocurridos en el pasado. La identificación y consideración de amenazas potenciales como terremotos, erupciones volcánicas, incendios forestales, inundaciones, sequías, entre otras, es crucial.
En Quito, se han identificado cinco zonas de alto riesgo ante desastres naturales potenciales, y alrededor de 150 áreas vulnerables han sido señaladas en la ciudad.
Comprender la percepción del riesgo en la población es clave para implementar medidas efectivas de reducción y adaptación al cambio climático, según expertos en la materia. La gestión de riesgos no se limita a la respuesta a emergencias, sino que busca fortalecer la gobernanza en este ámbito.
Especialistas subrayan la importancia de la planificación comunitaria y la consideración de escenarios de múltiples amenazas en distintos niveles territoriales para una gestión efectiva de riesgos.
Es fundamental que cada grupo familiar, centro de trabajo y establecimiento educativo elabore un plan de emergencia detallado que incluya reconocimiento del entorno, preparación de kits de supervivencia y asignación de roles específicos. La disponibilidad de refugios temporales, evaluaciones de daños y sistemas de alerta temprana son elementos clave en la prevención de desastres.
Ante situaciones como incendios forestales, se aconseja tomar medidas como cerrar herméticamente puertas y ventanas, utilizar mascarillas y resguardar alimentos para proteger la salud. En casos de disturbios civiles o ataques, es esencial seguir protocolos de seguridad y evitar exponerse innecesariamente al peligro.