Por las mañanas, Hernán Pichucho y su fiel compañera Sammy llegan a la parada Alameda del Metro de Quito, donde inician su rutina diaria.
A pesar de los desafíos que ha enfrentado tras la pérdida de la vista hace años, Hernán encuentra en el Metro de Quito un valioso aliado para desplazarse con seguridad por la ciudad.
En cada viaje, Hernán experimenta la solidaridad y el apoyo del personal del Metro, aunque reconoce la necesidad de una mejor capacitación para ayudar a personas con diversidad funcional.
Comparado con otras opciones de transporte, como la Ecovía, Hernán destaca la diferencia en seguridad y atención personalizada que recibe al utilizar el Metro de Quito.
Cada recorrido en el Metro representa para Hernán un símbolo de su determinación y constancia en alcanzar sus objetivos, sin buscar más que la igualdad de condiciones para llegar a su destino.
Al llegar a su estación, Hernán continúa su día con la ayuda de Sammy y la colaboración de los empleados del Metro, quienes garantizan que complete su viaje de manera segura y exitosa. Su testimonio inspira a otros a superar obstáculos y adaptarse a los desafíos cotidianos.