En una fecha histórica, la obra maestra fue retirada de su ubicación en el Louvre, generando un gran revuelo. A partir de ese momento, se intensificó la importancia cultural de la pieza, otorgándole una notoriedad sin precedentes.
El día en cuestión, los responsables del museo se percataron de la ausencia de la renombrada obra en el área designada. El perpetrador, quien tenía conocimiento interno, logró ejecutar el plan de sustracción sin ser detectado, lo que desencadenó una serie de acontecimientos.
Tras permanecer en la clandestinidad durante un extenso período de tiempo, el individuo retiró la pintura de su marco y la transportó oculta, evadiendo cualquier tipo de control de seguridad, según reportes oficiales.
Tras una exhaustiva investigación, se lanzó una recompensa por datos que permitieran la recuperación de la pintura. Al inicio, se sospechó de personalidades reconocidas, aunque posteriormente fue descartada su implicación debido a la falta de evidencias concluyentes, como señala National Geographic.
La obra en cuestión permaneció extraviada durante más de dos años, hasta que en un determinado momento intentaron comercializarla en un lugar específico. La intervención oportuna de las autoridades resultó clave para lograr su recobro, tal y como lo informó CNN.
Se argumentó que la intención primordial del individuo era devolver la pintura a su tierra natal, Italia, aunque existen teorías que sugieren una motivación económica como móvil principal. Diversos expertos apuntan que la meta final era obtener un lucro sustancial tras la venta del bien, como se menciona en The Art Newspaper.
El episodio vivido alteró la percepción colectiva acerca de la pieza, encumbrándola a un status icónico. La amplia difusión mediática del suceso la catapultó como emblema cultural universal y como una de las creaciones artísticas más emblemáticas.