El tema de la eutanasia ha generado discusiones en diversos países de América Latina, incluyendo Ecuador, donde aún no existe una legislación específica que regule esta práctica para pacientes con enfermedades terminales. La eutanasia implica el cese intencionado de la vida de una persona para mitigar su sufrimiento en situaciones de enfermedades graves o terminales. Desde una perspectiva científica, se considera como una alternativa para pacientes que han agotado las opciones de tratamiento y enfrentan un dolor intenso y prolongado.
En Ecuador, la Corte Constitucional aprobó la eutanasia en 2024, convirtiéndose en uno de los pocos países de América Latina en reconocer este derecho. Sin embargo, la falta de regulación específica ha dado lugar a interpretaciones diversas, trámites engorrosos y ha generado incertidumbre tanto en el ámbito médico como en los pacientes. Factores culturales y religiosos también influyen en la solicitud de esta práctica en contextos terminales.
Expertos como Daniel Simancas y Claudia Reytor del Centro de Investigación de Salud Pública y Epidemiología Clínica de la UTE señalan que la legalización de la eutanasia en Ecuador representa un avance en la protección de los derechos humanos, la autonomía personal y fomenta una cultura de compasión y dignidad al final de la vida.
“Este es un momento decisivo para Ecuador, que puede establecer un precedente en América Latina al adoptar una legislación de eutanasia que sea humana, justa y basada en la evidencia científica más sólida”.
En países como Colombia, Países Bajos y Canadá, la eutanasia está regulada según criterios específicos que buscan asegurar una decisión informada y voluntaria, evitando posibles abusos y promoviendo un enfoque ético en el proceso. Es fundamental distinguir entre la eutanasia y el suicidio asistido, donde la primera implica la administración de fármacos letales por parte de un tercero, mientras que en el segundo caso el paciente consume dichos fármacos provistos por un médico.