San Antonio de Pichincha, una parroquia rodeada de majestuosas montañas, ha experimentado cambios significativos en su clima. Las lluvias, más frecuentes en los últimos tiempos, han generado problemas como inundaciones y deslizamientos de material pétreo en la zona, afectando la vida de sus habitantes.
Residentes como Jorge Narváez y María Ibáñez han sido testigos de cómo la escasez de agua y la irregularidad de las precipitaciones han impactado la agricultura local, dificultando la siembra de diversos cultivos y provocando cambios en los patrones tradicionales de siembra.
Las calles de Rumicucho y Tanlahua se ven afectadas durante la temporada de lluvias, dificultando la movilidad de los residentes. Además, la falta de espacios verdes y recreativos adecuados, sumado al impacto ambiental de las canteras locales, han contribuido al deterioro del entorno.
El Municipio de Quito ha iniciado el Proyecto de Agua Calderón para abordar la escasez de agua en la zona, con la intención de finalizarlo en 2026 y garantizar un suministro constante de agua potable tanto para consumo humano como para riego. A pesar de los desafíos, la comunidad local muestra resiliencia y busca soluciones para proteger el medio ambiente y mejorar la calidad de vida en la región.