Se ha declarado que la enfermedad de la selva representa una preocupación a nivel internacional por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta patología puede generar efectos adversos en quienes se ven afectados por ella.
En el territorio ecuatoriano, el Ministerio de Salud Pública (MSP) presentó su más reciente informe sobre casos el 22 de agosto de 2024, donde se identificaron siete casos de dicha afección. Tres de estos casos se encuentran bajo estrecha vigilancia por representar un peligro de propagación.
En periodos anteriores, como en 2022 y 2023, se notificaron episodios de la enfermedad de la selva en Ecuador, mayormente ligados a la variante Clado II de la viruela símica. En el año 2024, los casos también se relacionan con esta estirpe y no con la nueva variante, Clado Ib.
A pesar de que se ha comentado que la nueva variante es más contagiosa, no se ha evidenciado que sea más grave. No obstante, tanto esta variante como las anteriores pueden tener consecuencias fatales en pacientes con condiciones de salud preexistentes, como pacientes con VIH.
En años pasados, se documentaron muertes relacionadas con esta enfermedad en el territorio, siendo este riesgo más elevado en personas con determinadas condiciones médicas preexistentes.
Los efectos de la enfermedad de la selva, en contraposición con otras enfermedades como el Covid, suelen ser poco frecuentes en general. Habitualmente, la principal secuela son cicatrices en la piel, según lo mencionado por el profesor Pablo Espinosa de la Escuela de Medicina UIDE.
Los casos mortales de esta enfermedad son poco comunes, con una tasa inferior al 20% para la variante II y menos del 0,17% para la nueva estirpe Ib, según lo reportado por la OMS.
Se han dado situaciones de ceguera y artritis en una pequeña parte de las personas afectadas por esta enfermedad, aunque estas incidencias son poco probables y dependen de la condición general de salud del individuo.
El riesgo de secuelas severas se incrementa en individuos inmunocomprometidos, mayores de 60 años y menores de 5 años.
De acuerdo con la OMS, la enfermedad de la selva puede transmitirse a través de múltiples vías, como el contacto cara a cara, piel con piel, boca a boca, boca con piel, y mediante gotas respiratorias o aerosoles en situaciones de proximidad prolongada.